Profesionales que Inspiran: Álvaro Altamar de RBH Access

Ser reconocido por el sector: más que un logro, una responsabilidad

Cuando se le pregunta por el significado de ser considerado un profesional destacado en su rubro, Álvaro no lo asocia con el ego o el éxito individual. Lo interpreta como una forma de validar que su camino fue el correcto. “Ser reconocido en esta industria significa mucho más que un logro personal; es una forma de validar que se puede construir una carrera sólida, humana y ética, empezando desde cero y manteniéndose fiel a los principios”, afirma.

Más que los resultados, lo que valora es la forma en que se alcanzaron. “Me enorgullece saber que el reconocimiento viene no solo por resultados, sino por la forma en la que se han conseguido: con dedicación, con perseverancia, sin tomar atajos, y siempre con la mirada puesta en lo correcto.” En un entorno lleno de profesionales valiosos, que alguien lo tenga como referencia o inspiración no es algo que pase por alto. “Es una responsabilidad enorme, pero también un honor que agradezco profundamente.”

Un comienzo audaz y lleno de aprendizajes

La carrera de Álvaro comenzó sin planificación. Mientras estudiaba Ingeniería Electrónica y Telecomunicaciones en la Universidad Autónoma del Caribe, escuchó de casualidad que una empresa llamada Anpala buscaba practicantes. No tenía una entrevista programada ni una hoja de vida lista, pero decidió intentarlo. “Armé una hoja de vida desde un computador de la universidad, me presenté sin cita pensando en ‘¿Qué puedo perder si lo intento?’ y, con algo de audacia, le dije a la recepcionista que tenía una entrevista con el gerente.”

El gerente lo recibió, y al escuchar su historia, aunque en ese momento no había vacantes, lo tuvo presente. “A los pocos días me llamaron porque alguien había renunciado. Así empecé, sosteniendo escaleras, instalando alarmas PC585 y cableando.”

Esa primera experiencia lo llevó por empresas locales como Serviconi y Viginorte. Más tarde, decidió fundar su propia empresa de monitoreo, lo que le dejó una de las lecciones más importantes de su vida. “Quebré al año y medio por falta de experiencia y formación. Pero lejos de rendirme, insistí en aprender, en formarme.”

Con esa nueva perspectiva, ingresó a Seguridad Atlas en Medellín, esta vez con un enfoque más técnico. Después vinieron SAC, RBH (como preventa y luego en ventas), Johnson Controls y su actual posición nuevamente en RBH liderando el mercado de LATAM y el Caribe.

Cuatro pilares que guiaron su camino: perseverancia, ética, formación y respeto

A lo largo de su carrera, Álvaro identificó los factores que realmente hicieron la diferencia. En primer lugar, la perseverancia. “Siempre he creído que la constancia supera al talento cuando el talento no se esfuerza.” En segundo lugar, la ética: “Hacer lo correcto aunque nadie esté mirando, solo porque es lo correcto.”

También destaca su compromiso con la formación continua. “He sido muy intencional en formarme, no solo con mi carrera, sino con tres especializaciones, en proyectos, mercadeo y alta gerencia. Ahora estoy por iniciar una maestría en Inteligencia de Negocios porque creo firmemente que el aprendizaje nunca se detiene.”

Y finalmente, el respeto por las personas. “Esta industria es de seres humanos, no de productos. Escuchar, ayudar, guiar y ser guiado, marcaron la diferencia en mi camino. Y claro, tener a Dios como brújula ética en todo momento ha sido clave, sin necesidad de sonar religioso, pero siempre consciente de que eso ha orientado mi forma de actuar.”

El gran reto: pasar del mundo técnico al comercial

Si hay un momento que Álvaro destaca como un antes y un después en su carrera, es la transición del área técnica al ámbito comercial. “Muchas veces en esta industria te encasillan, y que alguien confíe en que puedes hacer algo diferente es un regalo.”

Esa confianza no fue tomada a la ligera. “El mayor reto fue estar a la altura de esa confianza y responder con resultados reales. Me tocó aprender rápido, adaptarme, y sobre todo demostrar que sí era posible aportar desde una visión técnica, pero con mentalidad estratégica y enfoque comercial.” Haber superado ese desafío, para él, cambió por completo el rumbo de su carrera.

El futuro del sector: consultoría humana y tecnología al servicio del cliente

Con una mirada analítica y experiencia en el terreno, Álvaro sostiene que el futuro del sector se define por una evolución hacia la venta consultiva. “Ya no basta con vender productos. El cliente espera que estemos ahí para acompañarlo, asesorarlo y construir una relación a largo plazo.”

Aunque reconoce el papel central de la tecnología, insiste en que esta debe responder al contexto humano. “Innovar no es solo lanzar un nuevo producto, es resolver mejor los problemas de siempre”, explica. Y concluye: “La seguridad debe dejar de verse como un gasto y entenderse como una inversión.”

La innovación tecnológica es indispensable, pero Álvaro advierte que su verdadero valor sólo se revela cuando se adapta al entorno real del cliente. “Los avances nos han permitido hacer más eficientes los procesos de seguridad, automatizar detecciones, mejorar los tiempos de respuesta y reducir riesgos. Pero la tecnología, por sí sola, no es suficiente.”

En su visión, innovar es mucho más que lanzar productos. “La clave está en entender que innovar no es solo lanzar un nuevo producto, es resolver mejor los problemas de siempre. Es mejorar la convergencia de seguridad del cliente, es anticiparse a los riesgos, y es ayudar a que la seguridad deje de ser un gasto y se entienda como una inversión.”

A las nuevas generaciones: actuar bien, prepararse y cumplir la palabra

A quienes hoy están empezando, Álvaro les transmite un mensaje directo: “Primero, que sí se puede. Pero no con atajos. Los atajos tienden a desviar el camino y muchas veces hacen perder la brújula ética.” 

Destaca también la preparación como eje del desarrollo profesional. “La oportunidad aparece cuando la preparación está lista. El éxito no es suerte, es el cruce entre oportunidad y preparación.”

Y remata con una idea que remarca toda su filosofía: la importancia de cumplir con la palabra. “La honestidad, el respeto y el cumplimiento de lo que se promete abren más puertas que cualquier discurso bonito.”

Vida personal y equilibrio: presencia, escritura y decisiones con sentido

Para Álvaro, su vida personal no es una dimensión secundaria ni algo que debe “equilibrar” como una obligación. Es un espacio vital que le da sentido a todo lo demás, y en el que se siente profundamente comprometido, especialmente con su rol como padre y esposo. “Disfruto profundamente pasar tiempo con mi esposa, mi hija y mi hijo”, afirma con convicción. Y lo que podría sonar como una frase común, en su caso está cargado de intención: “Tengo claro que ahora mismo estoy construyendo los recuerdos que mis hijos tendrán de mí cuando ya hayan crecido y tal vez ya yo no esté, así que intento ser muy consciente de eso.”

Esa conciencia de lo trascendente en lo cotidiano lo ha llevado a establecer límites sanos y deliberados entre su trabajo y su tiempo en familia. “El equilibrio no es algo que se encuentra por casualidad, es algo que se define con claridad”, explica. Para él, cada momento tiene su lugar y su valor: “Yo tengo muy claro qué tiempo corresponde a cada cosa. Hay tiempo para el trabajo, para la familia, para distraerse y para uno mismo. Y mantener ese orden es vital.” Sabe que el costo de no hacerlo es alto. “En el trabajo te extrañan un rato, pero en casa… te extrañan para siempre si no estás.”

Además de su vida familiar, cultiva espacios personales que lo ayudan a expresarse y desconectar del ritmo profesional. Uno de sus grandes pasatiempos es la escritura. “Conectar ideas con palabras escritas es una de las cosas que más satisfacción me da”, confiesa. Esa pasión lo llevó recientemente a completar su primer libro, enfocado en un tema que lo apasiona profesionalmente: las ventas consultivas. “Acabo de terminar mi primer libro que espero lanzar pronto sobre ventas consultivas: ‘Lo que solo tiene precio, no tiene valor’.”

También encuentra placer en otras actividades que le permiten relajarse, mantenerse activo y disfrutar el presente. Entre ellas, el squash, el tiro deportivo y la música, ya sea como oyente o como intérprete, son parte de su rutina personal. Todas son formas de cuidar su bienestar sin perder de vista lo que más valora: estar presente, construir recuerdos significativos y sostener una vida con propósito dentro y fuera del trabajo.

El legado: exigencia con humanidad

El verdadero legado profesional no está en los títulos alcanzados ni en los logros comerciales acumulados, sino en la manera en que uno impacta a las personas con las que trabaja. Cuando piensa en cómo le gustaría ser recordado, su respuesta es clara:  “Primero, como alguien que se exige a sí mismo todos los días para ser mejor”, dice, y enseguida matiza esa autoexigencia con un enfoque centrado en el otro. “Pero que también exigía a su equipo desde la buena voluntad, creyendo siempre que las personas tienen un potencial más alto del que muchas veces creen.”

Esa exigencia, lejos de ser un modelo rígido o distante, está atravesada por la cercanía y el acompañamiento. Álvaro no se limita a pedir resultados; se involucra en el proceso y apuesta por el desarrollo de los demás. “Como alguien que empujaba, sí, pero también acompañaba, como un docente desde la experiencia, como alguien que siempre quiso dar la mano, así como un día se la dieron a él.” Esa frase resume una visión del liderazgo basada en la reciprocidad: crecer, pero también ayudar a otros a crecer, tal como él mismo fue guiado en etapas clave de su carrera.

Y por último, lo que más desea es ser recordado por su forma de relacionarse, no por los cargos que ocupó o los números que logró. “Que me recuerden como alguien profundamente humano. Que antepuso siempre la relación persona a persona antes que la venta, el negocio o el cargo”, afirma. Para Álvaro, esta convicción no es un ideal anticuado, sino una práctica cotidiana que ha guiado su comportamiento durante toda su trayectoria. Y lo resume con esta frase: “Que creyó, y sigue creyendo, que no se puede ser un gran profesional si no se es primero una buena persona.” Esa es la huella que aspira a dejar: exigencia con propósito, compromiso con los demás y humanidad en cada decisión.