- Escrito por: Alejandra Duarte
- Categoría: Artículos
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Profesionales que Inspiran: Humberto de la Vega
Casi cuatro décadas después de haber iniciado su camino en la industria de la seguridad electrónica, Humberto de la Vega, Director para América Latina de STid, conserva intacta la curiosidad que lo llevó a emprender en 1986. Habla con la serenidad de quien ha recorrido un largo camino y con la pasión de quien todavía se asombra ante cada avance tecnológico. Su historia es la de un pionero que ayudó a construir los cimientos de un sector más ético, colaborativo y humano.
Para Humberto, el reconocimiento que hoy recibe trasciende cualquier motivación personal. Considera que se trata de una confirmación de que su trabajo ha dejado huella en una industria que ha evolucionado profundamente en las últimas décadas. “Es un reconocimiento que va más allá del ego”, afirma. “Significa que mi labor ha contribuido, aunque sea modestamente, a construir un sector más profesional, ético y colaborativo.”
Con gratitud, resalta la relevancia de los espacios independientes que dan voz al pensamiento técnico y humano detrás de la seguridad. “Agradezco profundamente a TECNOSEGURO por brindar un espacio editorial libre de sesgos y abierto a escuchar las voces de quienes impulsamos la industria. Ese equilibrio entre rigor, apertura y pluralidad lo convierte en un referente único.”
A casi cuarenta años de carrera, asegura que sigue fiel a los principios que lo han acompañado desde sus inicios: trabajo, compromiso, honradez y pasión. “Son valores que, más allá de la tecnología, siguen siendo la base del verdadero liderazgo”, dice con convicción.
Un comienzo con propósito

Su historia comenzó en 1986, cuando fundó su primera empresa, DICSA, una pequeña firma que le permitió explorar distintos roles dentro del sector: prestador de servicios, integrador, distribuidor y representante de fábrica. Aquellos primeros años fueron, más que un experimento, una escuela de vida.
“En esa etapa descubrí mi verdadera vocación: el control de acceso”, recuerda. La pasión por este campo lo llevó a colaborar con marcas que marcaron época. Primero con American Magnetics (hoy AMAG), y más tarde con Recognition Systems y su producto HANDKEY, que lo catapultó desde México al resto de América Latina y el Caribe.
Humberto fue, además, uno de los pioneros en introducir la biometría comercial para aplicaciones de control de acceso, puntualidad y asistencia. Esa visión temprana le permitió posicionarse como un referente cuando el tema apenas comenzaba a discutirse en la región.
La curiosidad como brújula

Para Humberto, el éxito nunca llega en soledad. “Las personas con las que trabajé, desde colegas hasta competidores, han sido fundamentales para mi desarrollo”, asegura. Pero el verdadero motor de su vida ha sido su familia. “Siempre estuvieron ahí, apoyándome sin condiciones. Son mi cimiento”, dice con orgullo.
Su filosofía profesional se centra en compartir conocimiento. “No creo en el éxito individual; creo en equipos que aprenden y crecen juntos”, explica. Esta actitud colaborativa, unida a la curiosidad y a la apertura hacia las nuevas generaciones, ha guiado toda su carrera. Incluso en los momentos más difíciles, como cuando enfrentó un diagnóstico de cáncer en etapa avanzada, Humberto encontró en su familia y en su equipo el apoyo que necesitaba: “La fortaleza real está en los vínculos que cultivamos, no en los logros o títulos.”
Romper paradigmas: el reto que lo marcó

El mayor desafío de su carrera llegó cuando tuvo la oportunidad de construir, desde cero, la presencia de una reconocida marca de control de acceso en América Latina, hoy conocida como el “Gigante Azul” de la industria. “Fui su primer empleado en la región y trabajé durante más de 18 años”, recuerda. “Comencé con dos herramientas en la maleta: pasión y determinación.”
Los primeros años estuvieron llenos de obstáculos y aprendizajes. Había que abrir mercados, ganarse la confianza de los clientes y demostrar que era posible competir en igualdad de condiciones frente a gigantes ya consolidados. “Me tocó dar a conocer la marca viajando por todos los países de la región, muchas veces alejado de mi familia. Llegué a contar más de 200 días de viaje en un año.”
Esa etapa forjó su carácter y consolidó su visión del liderazgo. “La confianza se gana con consistencia, transparencia y resultados sostenibles. En esta industria no hay atajos: lo que perdura es el trabajo bien hecho.” Con el tiempo, logró conformar el primer equipo regional de ventas, del cual varios integrantes siguen siendo parte de la empresa, un reflejo de la cultura de compromiso que ayudó a sembrar.
Los retos continuaron. Enfrentó adquisiciones, fusiones y nuevos liderazgos que transformaron el rumbo de la organización. Cada cambio implicó adaptarse, aprender y reconstruir. “Superar esas etapas me enseñó que los títulos cambian, pero los valores no. La perseverancia siempre encuentra su recompensa.”
Sin embargo, el desafío más grande no vino del ámbito profesional. Un diagnóstico de cáncer en etapa 4 lo obligó a detenerse y reevaluar todo. “Un cáncer avanzado puso un alto a mi entusiasmo”, comparte. “Pero con la bendición de Dios, el amor de mi familia y el talento de mis doctores, he podido cumplir once años de sobrevida.”

Aquella experiencia marcó un punto de inflexión. “Nunca olvidaré el apoyo de mis jefes, de la empresa y de mi equipo. Sin ellos no hubiera sido posible regresar. Esa solidaridad me recordó que la fortaleza real no está en el éxito, sino en la gratitud.”
Mirar hacia adelante con ética y propósito
Después de casi cuatro décadas en la industria, Humberto tiene claro que la verdadera evolución de la seguridad electrónica no depende solo de la tecnología, sino de la conciencia ética con la que se aplica. Para él, el futuro del sector estará marcado por la convergencia entre los mundos físico y digital, y por una visión más humana del control de acceso. “Coincido plenamente con los expertos que hablan de la democratización de la identidad; el control de acceso será el eje que articule ambos entornos”, asegura.
Más allá de las herramientas, considera que el sentido de la seguridad debe transformarse. “El futuro no será únicamente proteger perímetros, sino garantizar experiencias seguras, fluidas y sustentables.” Con esta premisa, invita a pensar la seguridad como un facilitador del bienestar y la confianza, no como un mecanismo de miedo o restricción.
Humberto subraya que este cambio requiere una nueva conciencia empresarial. “Hoy, el costo de la seguridad es relevante, necesario e ineludible; por eso debe integrarse en la ecuación operativa y financiera de las organizaciones.” Sin embargo, insiste en que el aspecto económico es solo una parte: lo esencial es asumir un compromiso ético y responsable con la sociedad.
“Necesitamos una industria menos obsesionada con el control y más comprometida con la confianza”, afirma. “La seguridad no se impone; se construye con integridad, transparencia y colaboración.” Para él, el liderazgo del futuro será el de quienes sean capaces de generar confianza a través de acciones coherentes y sostenibles.
Con esa convicción, proyecta un sector más maduro, consciente y centrado en las personas. “La innovación solo tiene sentido cuando mejora la vida de los demás”, reflexiona. En su visión, el progreso tecnológico y el propósito humano deben avanzar de la mano, porque solo así la seguridad podrá consolidarse como una verdadera fuerza de transformación positiva.
Una lección para las nuevas generaciones

Humberto ve en los jóvenes el motor de la innovación y la renovación del sector. Considera que, más allá de dominar la tecnología, lo fundamental es construir una base sólida de valores. “Primero, que aprendan a escuchar antes de vender. Que desarrollen criterio propio y fortalezcan la ética, la empatía y la honradez”, explica. Para él, esos son los pilares que permitirán a cualquier profesional destacarse en un entorno cada vez más competitivo.
Además, enfatiza la importancia de un pensamiento crítico y la profesionalización sobre la comercialización. “En un mundo saturado de información y de influencia, los invito a profundizar, cuestionar y aportar con relevancia. La seguridad no se trata solo de vender un aparato; se trata de entender el impacto real de nuestras soluciones en la vida de las personas”, señala. Esta perspectiva, según Humberto, distingue a quienes dejan huella de quienes solo cumplen un rol transaccional.
Finalmente, su consejo combina entusiasmo con responsabilidad. “Abracen con pasión su papel en la industria, aporten a elevar los estándares y nunca pierdan la curiosidad ni la capacidad de asombro”, afirma. Para Humberto, la verdadera recompensa de quienes ingresan al sector no es el reconocimiento inmediato, sino la oportunidad de construir confianza, inspirar a otros y dejar un legado basado en integridad y propósito.
El ser humano detrás del profesional

Lejos de los escenarios empresariales y los desafíos de la industria, Humberto cultiva una vida marcada por la curiosidad y la reflexión. “Soy una persona curiosa por naturaleza. Me gusta escribir, leer historia, escuchar música y cocinar”, comparte. Estas actividades no solo son hobbies, sino espacios donde encuentra inspiración y tranquilidad para equilibrar la intensidad de su vida profesional. Además, destaca la importancia de observar y aprender del mundo que lo rodea: las ciudades, la cultura y las relaciones humanas son fuentes constantes de aprendizaje.
La familia ocupa un lugar central en su vida. Padre y esposo comprometido, disfruta acompañar a sus hijos en sus actividades y competencias, así como compartir tiempo de calidad con su esposa y amigos. “Creo firmemente que el apoyo de la familia es el cimiento de cualquier éxito. Ellos me han acompañado de manera incondicional en los momentos difíciles y en los logros”, afirma. Esta red de apoyo le ha permitido afrontar todos los desafíos personales y profesionales que han llegado a su vida.

Humberto también extiende su curiosidad y compromiso hacia la comunidad y el voluntariado. Participa en organizaciones sin fines de lucro que apoyan a pequeños emprendedores, compartiendo su experiencia para ayudar a otros a crecer. Asimismo, mantiene un vínculo activo con asociaciones de la industria, contribuyendo a su desarrollo y profesionalización. “Mi objetivo es que estos espacios sean abiertos, inclusivos y útiles para todos. Compartir conocimiento y experiencia no solo fortalece a la comunidad, sino que también enriquece mi propia vida”, concluye, demostrando que su humanidad y pasión trascienden la oficina y los proyectos corporativos.
El desafío de lograr un equilibrio entre lo personal y lo profesional

Mantener el equilibrio entre la vida profesional y personal ha sido un desafío constante para Humberto, dada su pasión por la industria y el compromiso con su trabajo. “No ha sido fácil. Muchas veces mi entusiasmo por los proyectos me absorbe y pierdo noción del tiempo”, reconoce. A pesar de ello, ha aprendido a valorar la atención y la presencia plena en cada momento, ya sea en el trabajo o con su familia. Para él, el equilibrio no depende de distribuir igual el tiempo, sino de dedicar calidad de atención a cada actividad y a cada persona.
La familia ha sido un ancla en su vida. Casado desde hace 36 años y padre de dos hijos, Humberto asegura que los viajes y las actividades compartidas son momentos clave para reforzar la conexión. “Viajar juntos nos permite crear recuerdos, compartir experiencias y fortalecer la relación. Contar con una esposa comprensiva y unos hijos generosos ha sido fundamental para poder dar lo mejor de mí en todos los ámbitos”, comenta. Esta perspectiva refleja la importancia de priorizar lo esencial y cultivar relaciones significativas.
Enfrentar momentos difíciles también ha sido parte de su aprendizaje. Humberto ha pasado por decisiones complicadas y situaciones de soledad, pero siempre encuentra en su familia y en su fe la fuerza para continuar. “Valoro más que nunca a los míos. Primero soy esencia, no exigencia. Reconocer lo que realmente importa me permite mantener la pasión por mi trabajo sin descuidar lo que es verdaderamente esencial”, concluye. Su enfoque muestra que el éxito profesional y la vida personal pueden coexistir cuando se construyen sobre valores sólidos y atención consciente.
El legado que quiere dejar

Después de casi cuatro décadas en la industria, Humberto no mide su éxito por premios o cargos, sino por el impacto que ha dejado en las personas y en la forma de hacer seguridad electrónica. “Más que logros personales, me interesa haber aportado sentido y humanidad a la tecnología. Que lo que hice inspire a otros a construir confianza y trabajar con integridad”, comenta. Para él, cada proyecto ha sido una oportunidad de generar un efecto positivo que trascienda lo inmediato.
Su legado también se refleja en las relaciones que cultivó a lo largo de su carrera. Humberto valora profundamente los lazos con colegas, clientes, equipos y hasta competidores que, de una u otra manera, contribuyeron a su desarrollo profesional y personal. “He buscado siempre construir puentes entre generaciones y culturas, fomentando la colaboración y el aprendizaje conjunto”, explica. Este enfoque demuestra que, para él, la verdadera seguridad se basa en la confianza y el respeto mutuo.
Finalmente, Humberto espera que su ejemplo sea guía para quienes vienen detrás. “Quiero que me recuerden por los valores que siempre defendí: honradez, pasión, compromiso y ética. Si logro inspirar a otros a actuar de manera auténtica, habré cumplido lo más importante”, concluye. Su legado es, más que tangible, una filosofía de vida y trabajo: la tecnología alcanza su máximo valor cuando se pone al servicio de las personas y de la sociedad.
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Alejandra Duarte
Egresada de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá como Comunicadora Social con énfasis en Periodismo.
Maria Alejandra cuenta con más de 5 años de experiencia como periodista, en los que ha pasado por distintos medios de comunicación masivos de Colombia como lo son RCN Televisión y W Radio. En estos medios ha cubierto varias fuentes como la política, la economía, el entretenimiento y noticias de interés general que son tendencia en el mundo.
Además de su experiencia como periodista, hizo parte del equipo de comunicaciones internas de BICODE, empresa colombiana que se dedica al análisis y gestión de datos, en la cual aprendió la importancia de enlazar su profesión con los avances de la tecnología y el marketing digital.
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